Video oficial de Telemundo en el programa Un Nuevo Día. Eduardo Hapke, especialista en finanzas, nos explica cuál es el plan financiero y económico que tiene el presidente Donald Trump para los Estados Unidos.
El presidente electo propone una rebaja general de impuestos, que busca ahorros a las rentas medias y que, según Trump, permitirá a las empresas ser competitivas. Aseguró que empezaría simplificando el sistema para reducir a tres los tramos del impuesto para los individuos en función del nivel de renta (del 12%, 25% y 33%). Actualmente hay siete tramos, el más alto en el 39,6%. También eliminará el impuesto de sucesiones. En paralelo, asegura que tratará de tapar las puertas traseras que permiten a empresas e inversores beneficiarse injustamente de deducciones, aunque en este punto el presidente electo nunca ha sido específico en su planteamiento. A cambio, reduciría el impuesto de sociedades del 35% actual al 15%. Bajaría incluso al 10% para las empresas que decidan repatriar los beneficios que acumulan en el exterior.
Deslocalización industrial
El presidente electo enarboló la bandera del proteccionismo comercial durante la campaña electoral para que su mensaje populista calara entre los ciudadanos más afectados por la deslocalización industrial. Como candidato propuso abandonar el acuerdo comercial del Pacífico, en el que participa una docena de países, y renegociar el que tiene en vigor con México y Canadá. Al TTIP en negociación con la UE tampoco le sentará bien la llegada de Trump. Las analistas dicen que es determinante saber a quién designará como representante de Comercio.
Ante los planes de inversión y proteccionismo, la victoria inesperada de Trump provocó un reequilibrio en las carteras de inversión a favor de valores industriales. También ganan las empresas del sector de la salud, anticipando que someterá el régimen de seguro médico asequible a un profundo cambio. Ganan especialmente las biotecnológicas, porque se esfuma el riesgo de que sean sometidas a un mayor control de precios. Los valores financieros también se benefician, porque el presidente electo habló de torpedear la Dodd-Frank Act, la legislación sobre la que se apoyó la reforma tras el derrumbe de Lehman Brothers. Además, ganan las firmas del negocio de defensa.
El magnate busca la independencia energética total, lo que implica que es favorable a elevar la producción doméstica de combustibles fósiles como carbón y petróleo. Al mismo tiempo quiere apartarse del acuerdo global para la lucha contra el cambio climático. Eso afectará a las ayudas que reciben empresas de energías alternativas. Otro de los sectores castigados es el de la automoción, por la penalización de la deslocalización y el temor a una desaceleración económica. Hay preocupación también por cómo su presidencia puede afectar al proceso de consolidación en curso en el sector de las telecomunicaciones.