Redacción/ Miami.
El brasileño Jair Bolsonaro amenaza con cortocircuitar los planes energéticos de China. Las empresas energéticas apoyadas por Pekín esperan invertir decenas de miles de millones de dólares en energía brasileña, pero el presidente electo ha advertido de las intenciones chinas. Empresas como State Grid aportarían mucho dinero en efectivo y experiencia, y Brasil podría utilizar ambas. Pero la sospecha populista puede invalidar la lógica comercial.
China es mejor conocida como comprador de materias primas brasileñas, pero también es un inversor directo activo. El país ha invertido 124.000 millones de dólares en la nación latinoamericana desde 2003, según Reuters. Una gran parte de esa cantidad se ha centrado en la energía, y empresas estatales como State Grid y China Three Gorges han invertido miles de millones de dólares en presas y transmisión de electricidad.
Las compañías eléctricas chinas se han vuelto expertas en la operación de represas y proyectos de energía renovable en el país, así como en la transmisión de electricidad a grandes distancias a centros de población costeros. Brasil se enfrenta a un desafío geográfico similar, lo que lo convierte en un lugar natural para que China exporte su experiencia. State Grid está ansiosa por exportar su tecnología de transmisión de ultra alto voltaje, que puede transportar energía desde muy lejos con bajas fugas. Tiene previsto invertir 140.000 millones de reales (38.000 millones de dólares) en Brasil en los próximos cinco años.
Sin embargo, el problema de la imagen de China en el extranjero -relacionado principalmente con el comportamiento de empresas de otros sectores como el de las telecomunicaciones- está complicando ahora su estrategia de inversión. Al igual que el presidente estadounidense Donald Trump, el nuevo presidente electo de Brasil entonó oscuramente sobre Pekín durante la campaña electoral. “Los chinos no compran en Brasil”, dijo. “Están comprando Brasil.” El mes pasado dijo que se opondría a la venta de los activos de generación de energía de Eletrobras -una empresa estatal de energía que ha sido objeto de esfuerzos de privatización- porque podría poner al país “en manos de China”.
Las políticas actuales de Bolsonaro podrían estar muy por debajo de su retórica. El pellizcado gobierno podría verse tentado a descargar los activos del Estado al mejor postor de cualquier nacionalidad y, de hecho, sus comentarios sobre Eletrobras dejan abierta la posibilidad de que sus otros negocios, como el de distribución, puedan ser privatizados.
Aun así, la victoria populista podría poner obstáculos impredecibles a la expansión en los años venideros. Puede haber muchas similitudes entre Brasil y China, pero la política no lo es.
Fuente: Christopher Beddor, Reuters