Por Gabriel Lara Ibarra (*).
El acceso a Internet también permite el acceso a servicios públicos críticos como la educación y los servicios de salud, lo cual fortalece la resiliencia económica y social.
A medida que las herramientas digitales se han vuelto esenciales en nuestra vida cotidiana, el acceso universal a Internet es cada vez más importante para el desarrollo socioeconómico de los países. Se ha demostrado que una mayor conectividad está relacionada con una mayor participación y movilidad en la fuerza laboral, un aumento en la creación de empleos y un mayor crecimiento general del empleo. El acceso a Internet también permite el acceso a servicios públicos críticos como la educación y los servicios de salud, lo cual fortalece la resiliencia económica y social. Finalmente, las tecnologías digitales ayudaron a impulsar la innovación en el entorno de movilidad reducida provocado por la pandemia de la COVID-19.
Alrededor de las tres cuartas partes de la población de América Latina y el Caribe (ALC) utiliza Internet. Una nota reciente del Banco Mundial utilizó Encuestas telefónicas de alta frecuencia (HFPS por sus siglas en inglés) en 24 países de la región para proveer evidencia sobre aquellos más rezagados y proporciona tres conclusiones principales sobre el acceso digital de los hogares en la región.
El uso de Internet varía considerablemente según el nivel educativo, lo que puede acentuar las desigualdades socioeconómicas. Según los datos de HFPS, alrededor del 84% de los hogares encabezados por una persona con al menos educación terciaria tienen conexiones fijas a Internet en el hogar, mientras que solo el 50% de los hogares cuya cabeza solo tiene educación primaria la tienen . Las diferencias en los niveles educativos también afectan las actividades en línea. El trabajo remoto y la educación fueron el principal propósito del uso de Internet entre los hogares cuya cabeza tenía al menos educación terciaria. Mientras tanto, la mensajería instantánea fue el uso más frecuente entre los hogares en donde la persona encuestada solo tenía educación primaria.
Los hogares con niveles más altos de educación tienen más probabilidades de acceder a Internet y de utilizarlo para trabajar y estudiar a distancia.
El acceso a Internet en América Latina y el Caribe ocurre predominantemente a través de teléfonos móviles, y las conexiones fijas aún están lejos de estar disponibles universalmente.
La banda ancha móvil a través de teléfonos inteligentes es el principal medio por el que los hogares acceden a Internet. En particular, el acceso no difiere significativamente entre áreas urbanas y rurales. En promedio, el 95% de los hogares de la región en áreas urbanas tiene al menos un miembro que tiene acceso a un teléfono inteligente, en comparación con el 93% de los hogares rurales.
Dos tercios de los hogares tienen las conexiones fijas a Internet, necesarias para realizar actividades de datos de alta capacidad, como videoconferencias para el trabajo o para actividades educacionales.
Los altos costos de los datos disuaden a los hogares de acceder a Internet. Las altas tarifas y la mala calidad del servicio afectan a quienes tienen acceso. Uno de cada tres hogares reportó un aumento en el gasto en paquetes de datos y conexiones a Internet durante la pandemia, probablemente impulsado por una mayor necesidad de acceder a herramientas digitales para la educación, las comunicaciones y el trabajo. Una vez en línea, los usuarios de Internet se enfrentan a conexiones de baja calidad, frecuentes cortes de energía y altas tarifas de servicio en América Latina y el Caribe.
Recomendaciones sobre conectividad
Sin duda, la región requiere conexiones más rápidas para promover un desarrollo socioeconómico inclusivo. Entonces, ¿cómo podría ayudar la región a poner en línea a los que se quedan atrás? A continuación, se presentan tres áreas prioritarias.
En primer lugar, fomentar la competencia y las inversiones en infraestructura en los tramos medios y finales de la red ayudaría a la adopción de conexiones de banda ancha fija. Paralelamente, la mejora de la red eléctrica en las zonas rurales será importante para garantizar la estabilidad de la conexión en el futuro.
En segundo lugar, los formuladores de políticas deben abordar la asequibilidad de los datos y la calidad del servicio. Las políticas que promueven la competencia son esenciales y deben considerarse en todos los países, pero pueden no ser suficientes para que los precios sean asequibles para los hogares más pobres. Los gobiernos deban ampliar significativamente los esquemas de financiación relevantes (como subsidios para servicios y dispositivos) para aumentar el acceso.
Finalmente, la gran brecha digital entre los hogares con miembros de bajo y alto nivel educativo destaca el riesgo de ampliar las desigualdades. Por lo tanto, los gobiernos y el sector privado podrían apoyar una adopción digital inclusiva mediante la promoción de programas de capacitación específicos en habilidades digitales.
(*) Economista sénior en la Práctica Global de Pobreza del Banco Mundial. También colaboraron en este artículo Niccolò Comini y Natalija Gelvanovska-Garcia.