Redacción/ Miami.
Los chalecos amarillos, el último movimiento social que se vive en el país de Francia, han conseguido el motivo de su origen. Emmanuel Macron ha cedido finalmente y su gobierno ha anunciado que suspende la subida de los precios del combustible, especialmente del diésel, que estaba prevista para el próximo 1 de enero.
De esa forma, el movimiento francés consigue una de sus reivindicaciones más importantes en el marco de una serie de actuaciones que se ha instalado en la calle, basadas en las manifestaciones violentas, la ausencia de líderes y los enfrentamientos directos con las Fuerzas de Seguridad del Estado francés.
De cualquier forma, el movimiento parece lejos de perecer tras la unión a sus marchas de otros grupos sociales que reivindican medidas más globales para acabar con la desigualdad social en el país. A la chispa que prendió gracias a los trabajadores del transporte le siguieron otros ciudadanos de la clase obrera, estudiantes o pensionistas. En ese sentido, las reivindicaciones se han ampliado hasta el punto de que en la actualidad los chalecos amarillos reclaman la subida del salario mínimo interprofesional en el país, la subida de pensiones o la suspensión de la Asamblea Nacional.
Según un estudio realizado en los últimos días en el país, detrás de los chalecos amarillos están personas de clase baja y media, ciudadanos que viven lejos de las grandes ciudades, personas que han sufrido abusos laborales y estudiantes que exigen la mejora de calidad de uno de los bastiones del país europeo: la educación pública y gratuita de calidad. Por lo tanto, habrá que estar atentos al futuro a corto plazo en un país que se caracteriza por albergar grandes movimientos sociales en sus calles.