Redacción/ Miami.
Ha cambiado el cuento. Si los inversores y los consejos de administración estaban obsesionados con los resultados a corto plazo, ahora quieren líderes corporativos que sean capaces de apostar por estrategias ambiciosas y que sean capaces de modificar la estructura de las compañías rápidamente.
El motivo es la necesidad de defensa frente a las empresas denominadas Startups, provenientes en su mayoría de Sillicon Valley. Un ejemplo de ello es la reciente decisión de la compañía automovilística de Ford de cesar al presidente ejecutivo, Mark Fields, quien llevaba 28 años en la compañía. Los inversores quieren que las empresas tradicionales se acerquen a las nuevas tecnologías y que opten por estrategias más arriesgadas, según testimonios recogidos por The Wall Street Journal.
Lo que diferencia esta época de anteriores es que cualquier empresa de tecnología amenaza a las compañías de varios sectores. Todas las áreas pueden estar amenazadas puesto que el proceso de trabajo cambia casi diariamente. Por eso, cualquier empresa que esté asentada en su sector y que se sienta líder puede tener problemas en un futuro. Los inversores, con una visión siempre a medio y largo plazo, lo saben y por eso, a la hora de arriesgar su dinero, se fijan en las designaciones de los cargos directivos.
“Hace diez años, la innovación se basaba en características y funciones”, explica William Ruh, director digital de General Electric. “Ahora se trata de su modelo de negocio y la transformación de su industria.” Por tanto, la innovación se ha transformado en un factor integral de las compañías, que debe ser atacado en su conjunto y sin excusas. De hecho, el modus operandi de las multinacionales ha cambiado: en épocas pasadas, las empresas adquirían las startups de tecnología para competir e innovar; sin embargo, ahora las empresas tecnológicas crecen con tanta rapidez que su precio se torna demasiado elevado. “Ahora es una batalla a muerte”, finaliza Ruh.