Miami, 28 de enero de 2014. Cerrar una empresa. Una difícil decisión que muchos prolongan en el tiempo a pesar de tener un negocio insostenible y con una difícil remontada.
Muchos lo consideran un fracaso, pero un cierre a tiempo puede suponer una victoria y hasta es posible reconducirlo de la manera correcta con el fin llegar al éxito
Liquidar un negocio no es una decisión fácil, pero alargar un proyecto que agoniza para que las deudas aumenten aún más, no tiene ningún sentido. Analiza si te conviene reestructurar tu empresa, venderla o cerrar sin poner en peligro tu patrimonio.
El año pasado, 4.845 empresas entraron en concurso de acreedores, la mayoría de ellas (61,8%) pymes con menos de dos millones de euros de facturación. Y en tiempos de “normalidad”, la mitad de las empresas mueren a los cinco años de su creación. Con estos datos resulta poco comprensible que “a los emprendedores se les diga siempre cómo triunfar, pero nunca cómo afrontar un cierre. El resultado es que se terminan engañando a sí mismos sobre la situación real de la empresa, van prolongando el momento de cerrar, no hacen un plan de viabilidad para eliminar líneas no rentables o tomar otras medidas que puedan salvar el negocio y terminan en concurso de acreedores cuando ya no hay ninguna posibilidad de salvarlas”, explica Sergio López Calzada, socio consultor de Axequor.
Cuatro expertos explican cuándo y cómo hacer un plan de viabilidad que nos ayude a soltar lastre y seguir adelante, cómo salir airoso de un concurso de acreedores y cuándo es mejor disolver el negocio para no poner en peligro el patrimonio personal. Y es que, cerrar una empresa no pone fin a tu carrera como emprendedor. Si lo haces de la forma correcta, encontrarás otra oportunidad para volver a empezar.
Si tu empresa está al borde del precipicio, deberías analizar, al menos, estas seis opciones:
1.- Desarrollar un plan de viabilidad. Analiza con el máximo detalle, con ayuda si es necesario, todos los ratios financieros esenciales de tu empresa: liquidez, solvencia, endeudamiento y fondo de maniobra. Una vez tengas todos los datos, el siguiente paso sería plantearte un plan de viabilidad; es decir, analizar si hay alguna salida posible al negocio.
En este plan deberás concretar qué áreas deberías reestructurar (eliminar procesos, productos, plantilla, etc), señalar si hay recursos para llevarla a cabo, tanto propios como capacidad de endeudamiento y definir si habrá algún otro tipo de medida de ajuste financiero como dilatar plazos de pago y acortar los de cobro. Debe tener también un claro enfoque al incremento de los ingresos y, algo muy difícil, ser realista. Otra exigencia para este documento es que debe marcar unos plazos estrictos que deberán tener un seguimiento muy preciso.
Por último, conviene trazar un plan de contingencias para actuar en caso de que nuestras previsiones no se cumplan.
2.- Disolución y liquidación ordenada. Si después de realizar el análisis financiero y escribir el plan de viabilidad, observas que no es factible la continuidad de la empresa, lo más recomendable es la liquidación ordenada. Este proceso es, en otras palabras, el cierre de la empresa y el pago de las deudas sin mediar ningún tipo de intervención judicial. Es la solución más sencilla y menos gravosa, aunque, evidentemente, exige tener suficientes activos para liquidar toda la deuda. De lo contrario, deberás presentar un concurso de acreedores, la antigua suspensión de pagos. Lo que es altamente desaconsejable es cerrar la empresa y no atender a las deudas, tendrás responsabilidad civil e incluso penal si lo haces.
3.- Vender tu empresa. Es otra solución bastante ‘limpia’, tanto para el promotor como para empleados y acreedores. Muchos emprendedores venden sus negocios a otros por alguna contraprestación o, incluso, por el importe de la deuda acumulada. El comprador se hace cargo de la misma y, en muchas ocasiones, obtiene un negocio que dentro de su estructura sí es capaz de funcionar.
4.- Preconcurso de acreedores. Consiste en iniciar la negociación con tus acreedores antes de presentar el concurso de forma oficial. De hecho, hacerlo así te permitiría ampliar el plazo de tiempo en el que negocias con ellos e incluso ser más flexible en fijar las condiciones de cobro y de quita de parte de la deuda. Incluso, si alcanzas un acuerdo con ellos no haría falta entrar en la fase judicial. Es casi imposible alcanzar un acuerdo sin el plan de viabilidad en la mano… vuelta al punto 1.
5.- El concurso de acreedores. Si las anteriores no han sido posibles, la ley te obliga a presentar un concurso de acreedores. Aunque es la medida que todos los gestores de empresa quieren evitar, también es cierto que con la nueva regulación va en aumento el número de salidas con éxito del proceso y sin necesitar la liquidación de la compañía. Las condiciones las fija la ley y el juez, puedes negociar quitas entre el 30% y el 50% de la deuda y esperas entre tres y cinco años. Un consejo: trata de conseguir que la gran mayoría de tus acreedores se sume al convenio; es más difícil de partida, pero te ahorra un océano de problemas después.
6.- Liquidar y ser tú el comprador. Aunque parezca estrambótica, muchos emprendedores se están acogiendo a esta solución. Cuando la sociedad se liquida muchos de sus activos quedan sin que nadie los reclame. Entonces se someten a subasta pública. Algunos emprendedores compran en subasta de liquidación los activos de su empresa cerrada a través de una sociedad nueva y se ponen en marcha sin deudas y con la maquinaria o equipos que antes tenían. Parece irregular, pero es perfectamente legal, según señalan los especialistas.
En definitiva, si por cualquier circunstancia, te ves obligado a plantearte el cierre de tu negocio, ten en cuenta que la decisión debe ser lo más rápida, lo más fría y lo más reflexionada al mismo tiempo. Un equilibrio casi imposible cuando se tiene la vinculación al proyecto que tienen los emprendedores. Pero intentar acercarse a él nos ayudará a remontar en el futuro.