Bogotá — Otra mujer fue atacada el domingo con ácido por un hombre en la capital de Colombia que le ha causado quemaduras en casi el 60 por ciento de su cuerpo, lo que supone el tercer caso de violencia de este tipo en diez días, informaron fuentes policiales y sanitarias.
Tras conocer la nueva agresión la Policía Nacional ofreció una recompensa de hasta 75 millones de pesos (unos 37.500 dólares), por información que dé con el responsable de este hecho, que ha conmocionado a los bogotanos.
Natalia Ponce de León
El director de la Policía, general Rodolfo Palomino, anunció a través de su cuenta de Twitter que a este caso se le va a dar la misma importancia que al de Natalia Ponce de León, otra mujer que sufrió quemaduras en más del 30 % del cuerpo, incluido el rostro, tras ser atacada la semana pasada por un desconocido en la puerta de su casa.
Inés Carrillo
La nueva víctima fue identificada como Inés Carrillo, quien según sus familiares fue atacada por un desconocido que se le acercó mientras caminaba por un barrio del sur de Bogotá y le lanzó el líquido.
Carrillo logró evitar que el ácido le quemara su rostro, pero le afectó a la espalda, las piernas y el brazo derecho, por lo que fue trasladada al hospital Simón Bolívar, donde según un parte médico se encuentra estable y recuperándose, aunque está en la Unidad de Cuidados Intensivos.
El general Palomino invitó a los ciudadanos a colaborar con la búsqueda del hombre que agredió a Carrillo para capturarlo rápidamente como sucedió con el agresor de Ponce de León, quien fue detenido y trasladado a la cárcel La Picota de Bogotá.
“El mismo equipo investigador que sacó adelante el caso de Natalia está ya trabajando para ubicar al agresor de doña Inés en Bosa. Solidaridad”, pidió el oficial.
La agresión contra Carrillo se convierte en la tercera del mismo estilo que se ha registrado en los últimos diez días en la capital colombiana.
Sorleny Pulgarín
Además de la de Natalia Ponde de León, otra mujer, Sorleny Pulgarín, de 23 años, fue atacada el pasado miércoles con ácido también en un barrio del sur de Bogotá por una vecina con quien mantenía discusiones constantes, según sus familiares, y que ya fue arrestada.
Ante estos ataques, el presidente colombiano, Juan Manuel Santos, expresó días pasados su indignación “por actos de violencia contra las mujeres”, y pidió al director de la Policía “máxima contundencia con matones y abusadores”.
Fue una audiencia dilatada, tensa y muy larga la que se llevó a cabo ante la jueza 34 con funciones de control de garantías. Doce horas durante las que, a pesar de la batalla jurídica de su defensora de oficio porque se revocara la medida.
Jonathan Vega Chávez se le imputaron cargos por el delito de homicidio agravado en modalidad de tentativa
La directora de la audiencia determinó al final enviar a la cárcel La Picota de Bogotá al indiciado, por considerar que este representa un peligro para la sociedad, la víctima y sus familiares.
“Sevicia, salvajismo e indolencia”
Lo extenso de la diligencia permitió que se revelaran una serie de aspectos relacionados con el imputado y su captura producida al caer la tarde del pasado viernes, en el barrio El Batán, en el norte de Bogotá.
Mediante la exposición de sus argumentos para imputar cargos, el fiscal asignado afirmó que Vega Chávez obró con “sevicia, salvajismo e indolencia”.
Leyó también un dictamen de Medicina Legal en el que se da a conocer que el imputado les informó a los médicos forenses ser consumidor de heroína, aunque hacía dos meses que no lo hacía, y que además suele presentar episodios de esquizofrenia, enfermedad por la que había sido hospitalizado varias veces durante los últimos tres años.
De acuerdo con una factura que fue hallada por las autoridades, Jonathan Vega compró desde diciembre pasado, por un poco más de diez mil pesos, el ácido sulfúrico con el que también se causó lesiones en las manos al momento de la agresión.
La Fiscalía cuenta con videos de cámaras de seguridad que evidencian el recorrido que el agresor hizo caminando el día de los hechos, desde su residencia en El Batán hasta el barrio Santa Bárbara, donde se encontraba Natalia.
Como es sabido, ese día Vega Chávez llegó a la recepción del edificio ubicado en la carrera 23 con calle 122 donde se presentó como el exnovio de la joven.
Lo que se conoció en la audiencia, es que el nombre utilizado por Vega fue el de Bernardo Cardona Escobar, efectivamente un exnovio de Natalia, hoy ya casado, y a quien la Fiscalía entrevistó apenas se iniciaron las investigaciones.
Durante la entrevista con los funcionarios del ente acusador, Cardona les dijo que conocía a Vega Chávez desde el año 2000, que este utilizaba un nombre falso en la red social Facebook (Mario Giacometo) y que Natalia le había manifestado varias veces su temor de salir a la calle ante el acecho del que era presa.
En la audiencia también trascendió que Natalia y Jonathan fueron vecinos hace muchos años, pero que nunca tuvieron algún tipo de amistad, detalle que se suma a los hechos que los investigadores deben iniciar a resolver en este caso por el que la defensa de la víctima, representada en el abogado Abelardo De la Espriella, ha pedido que se aplique el máximo castigo contemplado en el Código de Procedimiento Penal, 30 años de prisión.
De la Espriella, que previamente al inicio de la diligencia manifestó que “ojalá Vega no se allanara a los cargos para que no se viera beneficiado con rebaja de penas”, indicó al término de la misma que “le parecía una estupidez” que Vega Chávez no se hubiera declarado culpable.
El abogado cordobés fue protagonista de la diligencia, entre otras cosas, como quiera que el ya imputado le gritara algunos improperios en respuesta a presuntos gestos desafiantes cometidos por el jurista.
Fue una jornada tirante a la que momentáneamente asistió el general Rodolfo Palomino, director de la Policía Nacional, preciso cuando la abogada de oficio Alma Rocío Nariño, tildaba de ilegal la captura e indicaba que el proceso iniciaba “viciado de nulidad”.
“Creo que no hay ser humano que no repudie con firmeza el ataque del que fue víctima Natalia”, manifestó el general en respuesta a la que consideraba maniobra dilatoria por parte de la abogada.