Miami, sábado 4 de junio de 2022 (Por Diego Porciello). Usualmente una tasa de interés baja fomenta mayor producción. Cuando digo producción no me refiero solo a una fábrica haciendo sus productos sino a ser productivo o imaginativo con lo que se hace con el dinero. El inversor se ve obligado a invertir en rubros que indirectamente se traducen en puestos de trabajo o en el “hacer”. Con una tasa alta, la creatividad pasa a segundo plano y lo más fácil es “colocar” dinero a cambio de un rédito. Ni hablar del boom de las criptomonedas, que parece ser el juguete ideal para los amantes del dinero.
El coleccionismo de automóviles
Las inversiones en automóviles clásicos no son inversiones convencionales. Un gran porcentaje de quienes invierten en clásicos, tienen algún vínculo afectivo o de interés en el automovilismo. Pero hay otro porcentaje de inversores duros, es decir gente que ve un valor de compra, un potencial incremento y un valor de venta. Este a mi entender sería solo el porcentaje de inversores que podría afectar al valor de los clásicos en un futuro próximo ya que sería lógico que intenten desprenderse de algunas piezas para invertir en mercados más fértiles. A mayor oferta de autos, el precio podría caer. La incógnita es cuánto.
La esperanza para las cuatro ruedas
Como dijimos antes, la inversión en automóviles clásicos no es una inversión convencional y nos faltó hablar del mayor porcentaje de gente que se vincula con el coleccionismo. Robert Kiyosaki, autor de varios best sellers sobre educación financiera, siempre menciona en sus libros que hay que invertir en temas que uno conozca y que lo apasionen. Pasión es justamente lo que más involucra a quienes invierten tiempo, dinero y trabajo en sus automóviles clásicos. Este tipo de inversor no dejará de vincularse con el mercado de los clásicos jamás. Gracias a este apasionado inversor, la gran industria del auto clásico está a salvo. No olvidemos que detrás de cada automóvil de estas características, se involucran varias industrias como ser transporte, talleres de restauración, mecánica, piezas de recambio, sitios de compra – venta, compañías de seguros, grandes eventos, guarderías, accesorios, turismo y podemos seguir contando rubros indirectos y directos un rato largo.
Es que el auto clásico no es solo una inversión, es decir, es bueno que lo sea para mantenerlo viable, pero en realidad un auto clásico implica que los entusiastas sepan de historia, de mecánica, de industria… implica reuniones con amigos, horas de trabajo, eventos familiares, vínculo con otros “locos” iguales a él. El auto clásico siempre será una buena inversión para estos entusiastas porque además de que algunos logran un rédito económico (y hago énfasis en “algunos”), hay otros muchos beneficios que ofrece vincularse en este mundo infinito de los automóviles. ¿Cómo podrían viajar un fin de semana a la montaña montados en sus bonos o acciones? ¿A qué mecánico conocerían para reparar el tren delantero de sus obras de arte o a qué evento sobre lingotes de oro podrían asistir en familia? La pasión es la salvación de los clásicos y mientras eso esté vivo, hay mercado para rato. ¡A comprar!