Por Redacción/ Miami.
Si los gobiernos no lo hacen, lo hará el mercado. Esto es lo que está ocurriendo en el mundo financiero. La tecnología de la mano de las aplicaciones está desregulando el sistema.
La desregulación del sistema bancario ha sido mucho menor de lo que Trump había anunciado a lo largo de la campaña que le llevó a ser presidente de Estados Unidos en noviembre de 2016. Por aquel entonces, Trump rechazaba cualquier intervención del Estado en el sistema financiero del país, un indicador que se había elevado desde que George Bush hijo decidiera inyectar dinero público en los bancos que tenían problemas, tras la crisis financiera de 2008.
Con el miedo metido en el cuerpo por la quiebra de Lehman Brothers, el republicano primero y Barack Obama, después, decidieron aumentar la vigilancia del Estado Federal sobre las operaciones bancarias. El rescate a los bancos costó a los contribuyentes estadounidense 32.000 millones de dólares, según la opinión general de los expertos. Obama en 2010 logró sacar adelante la Ley de Reforma de Wall Street y Protección al consumidor Dodd – Frank. La regulación constituía el plan más agresivo para regular el sistema bancario de EEUU desde la Gran Depresión de 1929.
Donald Trump llegó al gobierno con la firme idea de acabar con esta “excesiva” regulación, según sus palabras. Y 2018 fue el año para hacerlo. El momento parecía el adecuado para llevar a cabo una desregulación de este tipo: el clima económico del país era uno de los más pacíficos desde hace años. Estados Unidos crecía a un ritmo mayor del previsto y el desempleo toca mínimos históricos. Con estos elementos, la idea de la administración Trump era dejar a los bancos libres de nuevo, sin la supervisión de los funcionarios públicos. Eso sí, los grandes bancos seguirían siendo controlados.
La reforma bancaria de Trump afectó principalmente a los llamados bancos “comunitarios”. Estas entidades financieras son aquellas que únicamente operan en uno o varios condados. Los bancos regionales, es decir, los que operan en uno o varios estados, pero no en el país entero, también se vieron liberados, aunque en menor medida. Los beneficios que estos bancos tienen desde que se aprobó la desregulación, a mediados del año pasado, están relacionados, principalmente, con los requisitos de capital, que ahora son menos limitantes. Además, aquellas entidades financieras que posean activos inferiores a los 10.000 millones de dólares, tienen ahora más margen para conceder hipotecas y podrán realizar operaciones de autocartera. Esto último significa que estas compañías pueden operar en los mercados financieros con su propio dinero.
No obstante, resulta curioso que aquellas entidades más importantes del país y del mundo, como JP Morgan, Bank of America, Citigroup, Wells Fargo, Goldman Sachs o Morgan Stanley, no hayan visto modificado su marco regulatorio.
Además, estas organizaciones tienen una solidez que les permite mantenerse estables, aunque existan pérdidas importantes de su liquidez. No obstante, otro de los factores a tener en cuenta es que quienes aplican la regulación son funcionarios próximos a la idea de Trump de desregularizar el sector. Por lo tanto, se han podido encontrar recovecos a través de los cuales estas grandes entidades han conseguido introducirse para saltarse la ley aprobada por Barack Obama.

Revolución financiera
Hecho este breve panorama del sector bancario en los Estados Unidos, vemos que las consecuencias de cierta liberación financiera se pueden apreciar en las compras, fusiones y ventas que se están dando en un sector local o regional (ver páginas 18 y 19). Gracias a la tecnología y a las nuevas aplicaciones, aparecen y crecen mundialmente empresas como Mambu que apuestan a la nueva tecnología y a provocar una irrupción en el centenario sector. “La tecnología está en constante evolución, y nosotros también. Como somos nativos en la nube, nuestros clientes pueden responder a las oportunidades de mercado o avances tecnológicos en una fracción del tiempo que les tomaría con un sistema tradicional. Nuestros clientes siempre están en la última versión con actualizaciones constantes. El mercado está cambiando y las instituciones financieras necesitan soluciones rápidas y efectivas, allí hemos demostrado nuestro valor”, explicó Eugene Danilkis, CEO de Mambu en una entrevista exclusiva con Negocios Magazine (ver entrevista en las paginas 20, 21 y 22).
Los ejemplos de los cambios que se avecinan sobran. Solo un par de ellos. El banco alemán en línea N26 recaudó en julio pasado $ 170 millones en fondos adicionales, valorando la puesta en marcha de seis años de Fintech en $ 3.5 mil millones. Con sede en Berlín, N26 ha hecho olas en Europa con su cuenta de cheques y tarjeta de débito basadas en aplicaciones. La firma no opera ninguna sucursal física y, sin embargo, ha logrado atraer a más de 3.5 millones de clientes en 24 países del continente.
Por otra parte, el banco sin sucursales Green Dot, con sede en Pasadena, California, está lanzando la cuenta bancaria de mayor rendimiento en la industria. En julio pasado lanzó una nueva cuenta bancaria con un 3% de interés anual en ahorros y un 3% de reembolso en efectivo en todas las compras en línea con tarjeta de débito. La tasa promedio para las cuentas de ahorro, de acuerdo con Bankrate.com, es de 0.1%. La tasa del 3% en una cuenta de ahorros es la más alta para cualquier banco tradicional en el país, según Bankrate. Este es el futuro del mundo financiero.
Informe: Santiago Ávila
