Miami, viernes 12 de noviembre de 2021 (Por: Dr. Rafael Marrero*). Esto se veía venir. La inflación de los Estados Unidos acaba de registrar el mayor aumento en los últimos 30 años. Con un alza en los precios del 6,2 % en octubre con respecto al mismo mes del año anterior, nuestro país se anota así un lamentable récord del que, para colmo de males, será difícil salir.
Muy al contrario de lo que el actual inquilino de la Casa Blanca pensaba, este no es un problema temporal que se resolverá antes de fin de año. No, señor. Basta con que echemos un vistazo a las estadísticas, y a nuestras billeteras, para saber que estamos ante una crisis prolongada real.
Lo que dicen los números
La Oficina de Estadísticas Laborales (BLS, por sus siglas en inglés) informó este miércoles que el Índice de Precios al Consumidor (CPI, por sus siglas en inglés) aumentó un 6,2 % el mes pasado, lo que representa el mayor incremento de la inflación desde diciembre de 1990, cuando subió a un 6,3 %.
El índice de precios subyacente, por su parte, ascendió a un 4,6 % en octubre respecto al año anterior, hecho que supera al 4 % reportado en septiembre y al que se lo considera como el mayor aumento desde 1991.
Aunque miembros de la Reserva Federal (Fed, por su abreviatura en inglés) aseguran que el estado inflacionario actual es transitorio, su propio vicepresidente, Richard Clarida, ha reconocido que la presente inflación es «mucho más que un rebasamiento ‘moderado’ de nuestro objetivo a largo plazo del 2 %».
Coincidentemente con este punto de vista, el analista financiero de Bankrate, Greg McBride, dijo a The Epoch Times que «no importa cuán blanda sea la definición de ‘transitorio’: la inflación es, innegablemente, un problema». Y claro que sí lo es.
Según datos del Departamento del Trabajo citados por The Wall Street Journal, el aumento en los precios no solo se refleja en el alto costo de los autos nuevos y usados, la gasolina, los muebles, el alquiler y la atención médica, sino también en el de los alimentos, tantos los de supermercados como los de restaurantes.
Repasemos juntos algunos de los datos más llamativos en torno a este desastre: los precios de los automóviles usados, por ejemplo, aumentaron un 2,5 % durante octubre y un 26,4 % durante el año; los de autos nuevos, entretanto, subieron un 1,4 % en el mes citado y un 9,8 % durante los últimos 12 meses, lo que equivale al mayor aumento desde 1975.
Los precios de los comestibles, por su parte, subieron un 5,4 %, en tanto los precios de la carne de cerdo aumentaron un 14,1 % con respecto al año anterior, lo que representa el mayor aumento desde 1990.
Un aumento del 5,3 % en los precios de los restaurantes en el mes de octubre marcó el incremento más pronunciado desde 1982. Los precios de los servicios de transporte, por su lado, aumentaron un 0,4 % en ese mes y un 4,5 % durante el año. Las palmas para mal, claro está, se las llevó la gasolina, pues su precio se disparó un 12,3 % durante el mes pasado y un 59,1 % en lo que va de 2021.
La publicación de estos preocupantes datos, que vino a confirmar lo que ya todos sabíamos, le sigue a un informe gubernamental, también difundido esta semana, que refleja cómo los precios al productor igualmente han aumentado.
Es decir, aparte del incremento en el CPI, este parámetro también ascendió en los últimos 12 meses al registrar un 8,6 % por ciento en octubre, en lo que viene siendo la cifra más alta reportada desde 2008.
Obviamente, el alza en este marcador también ha saltado las alarmas del público en general, toda vez que los elevados costos de producción suelen terminar afectando el bolsillo del consumidor.
El sombrío escenario
Con una recuperación postpandemia gradualmente visible y la perentoria necesidad de impulsar la economía nacional, es evidente que no hace falta seguir desangrando las arcas federales con gastos sociales difíciles de entender, como tampoco aprobar paquetes de alivio billonarios que, lejos de favorecer, no hacen más que dañar.
Siendo completamente honestos, para nadie es un secreto que parte de los estímulos gubernamentales vinculados con la pandemia, principalmente, los pagos por varios meses del seguro de desempleo debido al COVID-19, han afectado a la economía nacional, en general, y a la doméstica, en particular.
Realmente, ha habido (y aún persiste) mucho derroche en las propuestas demócratas lideradas por Joe Biden, quien sigue impulsando programas francamente innecesarios y que no hacen más que afianzar las bases para extender la inflación hasta sabe Dios cuándo.
Es que las políticas de dinero fácil nunca hacen un bien. Por el contrario: desincentivan a la mano de obra que, al final del día, es la que mueve a un país. Miren el cuello de botella que se ha formado en la cadena de suministros, fundamentalmente, por falta de fuerza laboral. ¿¡Qué mejor prueba que esa!?
Justamente en referencia a este particular, el diario ABC ha dicho que “los atascos en la cadena de suministros están detrás de buena parte de la [actual] subida de precios, y que, [obviamente], es difícil adelantar cuándo se solucionará el problema”.
Por supuesto que nadie sabe cuándo se resolverá esta situación. Por más que Biden asegure que su plan de infraestructura contribuirá a revertirla, lo cierto es que si, hubiera algún progreso al respecto, este ocurriría a muy largo plazo, tal como enfatiza la misma fuente.
Lo que pasa en el ínterin
Mientras los demócratas atinan a enmendar la crisis inflacionaria actual, la crítica republicana recae sobre ellos, con razón, y el bolsillo de los estadounidenses duele: mayores precios en la cesta de la compra, los autos usados, la gasolina, y así por el estilo en otros disímiles productos y servicios.
«Las preocupaciones por la inflación están pesando sobre la confianza del consumidor, y con una tasa anual del 6 %, esto solo continuará», dijo el ya mencionado McBride, quien, además, predijo que los cuellos de botella de la cadena de suministro «estarán con nosotros hasta bien entrado el 2022 y, con eso, la presión al alza sobre los precios».
El analista puntualizó, asimismo, que “los inquilinos, en muchas partes del país, podrían recibir una sorpresa en la próxima renovación de su contrato de arrendamiento”, un riesgo completamente posible si se tiene en cuenta el alto coste del alquiler de viviendas que ya experimentan quienes buscan rentarse actualmente.
A todas estas y con estos truenos, las expectativas de los consumidores sobre el futuro tampoco son muy buenas que digamos. Según detalles de una encuesta realizada por la Fed, citada por The Epoch Times, las expectativas sobre la inflación a corto plazo (un año) aumentaron en octubre a un 5,7 %, lo que equivale a la lectura más alta en la historia más reciente.
La reacción de las empresas
Como era de esperarse, las empresas también están sufriendo y reaccionando al alza de la inflación. De acuerdo con una encuesta realizada este mes por Vistage Worldwide, Inc. entre más de 560 pequeños negocios, el 60 % de los pequeños empresarios dijeron que habían subido los precios en los últimos 90 días.
Según esta investigación, divulgada por The Wall Street Journal, el 80 % de las empresas encuestadas también reportaron costos laborales más altos, mientras que el 72 % dijo que los proveedores habían aumentado los precios, razón por la cual más de la mitad experimentó costos más altos en materias primas y otros insumos.
En opinión de la economista financiera en jefe de Oxford Economics para EE. UU., Kathy Bostjancic, la escasez de trabajadores disponibles está afectando la inflación y la economía en general. «El panorama más amplio es que es probable una inflación más alta», remarcó la ejecutiva y, tal como ya sospechamos, vaticinó que «las cosas van a empeorar antes de mejorar».
Otro experto que piensa de un modo similar es el economista jefe de Regions Financial Corp., Richard F. Moody, quien recalcó que la falta de empleados para satisfacer la demanda de los consumidores también está presionando al alza de los salarios, lo que se suma a las motivaciones de las empresas para subir los precios y así compensar los mayores costos laborales.
De acuerdo con Moody, “los precios más altos de los alimentos y la energía, impulsados por problemas de producción relacionados con la pandemia, factores climáticos y geopolíticos, también están impulsando la inflación y se están sumando a los precios que pagamos en las tiendas de comestibles”.
Las malas noticias para Biden
El fallo en la previsión de que la inflación se estabilizaría en un 2 %, de conjunto con las consecuencias derivadas del fenómeno contrario que estamos experimentando, no pueden ser otra cosa que muy malas noticias para Biden y una clara amenaza a su carrera política.
Según un análisis de la situación, publicado por El País, el horizonte planeado “parece hoy más lejano y la mayoría de los analistas consideran que este no podrá alcanzarse, como mínimo, hasta bien avanzado el año próximo”.
Con ese panorama por delante, es lógico pensar que los estadounidenses tendremos una Navidad más cara por el alto costo de los regalos y demás productos consumidos durante la etapa festiva. El cierre del año e inicio del próximo, en tanto, también podrían ser bastante fuertes para el presupuesto doméstico, que ya viene resentido por los elevados precios de los últimos meses.
En lo que respecta a la Fed, el citado reporte de ABC señala que esta ya ha comenzado una reducción gradual de su multimillonario programa de compra de bonos lanzado para apoyar a la economía tras la crisis por la pandemia, al tiempo que ha anunciado un aumento de las tasas de interés para el año 2022.
Justo en este sentido, la fuente apunta que la crisis inflacionaria actual, además de subir el costo de vida para los ciudadanos de a pie y encarecer las operaciones de las empresas, añade presión al organismo encargado de la política monetaria de la mayor economía del mundo para que suba las tasas de interés antes de lo previsto.
Así las cosas, de momento, y muy a nuestro pesar, no nos queda más que creer que la subida de la inflación podría ser, lejos de transitoria, más bien permanente, razón por la cual tanto la economía nacional como la personal seguirán sufriendo los graves efectos mencionados.
Realmente, la tarea política que tiene la presente Administración ante sí no se resuelve con falsas promesas, ni con vaticinios halagüeños. Hace falta un enfrentamiento diario y directo al problema inflacionario, que redunde en una solución, cuanto menos, cercana y válida.
De no ser así, de no inspirar confianza para mejorar las cosas a corto plazo, ¡qué se preparen los demócratas! El alza de la inflación es y seguirá siendo un lastre para su partido, muy en especial de cara a las elecciones de mitad de período del año que viene. La tienen difícil, muy difícil, pues ya no engañan a nadie.
Fuentes:
https://www.wsj.com/articles/us-inflation-consumer-price-index-october-2021-11636491959
https://www.bbc.com/mundo/noticias-59239437
(*) Economista. Graduado de las universidades de Stanford y Cornell, es un reconocido experto en EE.UU. en contratación federal, emprendimiento para pequeñas y medianas empresas y gestión de proyectos. Autor del bestseller de Amazon La salsa secreta del Tío Sam.