Redacción/ Miami.
Jair Bolsonaro ha tenido una carrera meteórica para sus intereses en los últimos meses que ha culminado con su liderazgo en el gobierno de Brasil. Sin embargo, el nuevo mandatario no se había tenido que enfrentar a ninguna crisis desde que llegó al poder hasta esta semana, en la que el crimen organizado ha sumido en el caos el estado de Ceará. El motivo es la política de dispersión de presos provenientes de las mafias organizado que se ha llevado a cabo en las prisiones de Ceará, con el fin de debilitar estos grupos armados.
Desde el inicio de año, los ataques contra autobuses se han sucedido en Fortaleza, capital del estado brasileño ubicado en la costa atlántica. También se han producido ataques a diversos camiones de basura que han dejado las ciudades del estado en una situación generalizada de suciedad y basura por todas sus calles. Además, los comercios están cerrados porque las bandas organizadas amenazan con represalias si deciden abrir. Se trata, sin lugar a dudas, de la primera crisis de seguridad a la que se enfrenta el presidente Bolsonaro desde que asumió su cargo como presidente de Brasil, el pasado 1 de enero.
Bolsonaro llegó a la presidencia del país tras una campaña en la que prometió que haría todo lo posible para acabar con uno de los problemas estructurales del país, la violencia en las calles de algunas de sus ciudades. El líder ultraderechista nombró al juez Sérgio Moro como ministro de Justicia, en un movimiento más en pos de alcanzar una seguridad que parece casi imposible en Brasil. En los próximos días se sabrá si Bolsonaro dará el paso desde las palabras hasta las armas que prometió contra los delincuentes del país.