Redacción/ Miami.
El Banco Mundial, una de las instituciones más sólidas del panorama económico mundial, vive un terremoto tras la dimisión de quien era su presidente, el estadounidense Jim Yong Kim, quien dejará de ser presidente del organismo de inversión multilateral a partir del próximo 1 de febrero. La salida es mucho antes de lo que se esperaba porque su mandato duraba hasta mediados del año 2022. Tras seis años en la presidencia de la institución, Yong Kim deja el organismo en manos de la consejera delegada, Kristalina Georgieva, quien asumirá el relevo con un carácter interino.
Esta dimisión puede acabar creando un cisma en el seno del organismo por el control que Estados Unidos ejerce sobre la institución. De hecho, el Banco Mundial ha estado dirigido por una persona de origen estadounidense desde que se creó hace más de 70 años. El propio Jim Yong Kim relevó en el cargo a Robert Zoellick el pasado 1 de julio de 2012. En estos casi seis años, Kim ha tenido que lidiar con un escenario inestable en la economía mundial y con el parón en la recuperación del crecimiento de países con un déficit muy importante en su desarrollo socioeconómico. Las miradas se focalizan ahora en la Administración estadounidense. La pregunta irá hacia el presidente Trump, quien deberá tomar una decisión sobre si seguir manteniendo el protocolo habitual, sin reglas por escrito, que ha significado que el presidente del Banco Mundial es estadounidense, o tomar otro rumbo, entre las críticas por parte de otros países que exigen una pérdida de control por parte de EEUU.