Redacción/ Miami.
Que la economía mundial vive tiempos extraños no es algo que sea nuevo en la conversación global. Los últimos informes de los grandes organismos han observado una desaceleración alarmante en las relaciones comerciales entre los países que ha derivado en una preocupación creciente sobre el estado de diferentes zonas económicas. Una de las zonas más vulnerables que existen en el planeta en cuanto a los cambios existentes en la economía es, sin duda, América Latina. La dependencia de divisa extranjera y de la inversión de otros países hace que el Banco Mundial sea pesimista en cuanto al crecimiento de esta zona en los próximos años.
Aunque el Banco Mundial sigue instalando la zona en un crecimiento, lo cierto es que el ascenso de la economía previsto ha bajado al 2,9% para el presente año. Es una décima menos de lo que creció en 2018 y de lo que se anticipó para este ejercicio en el mes de junio pasado.
El escenario que se maneja es totalmente distinto al que se observaba hace un año, cuando se preveía un crecimiento sostenido. “A comienzos de 2018”, explica Kristalina Georgieva, consejera delegada del Banco Mundial, “el motor de la economía global disparaba todos los cilindros. Sin embargo, fue perdiendo fuerza a lo largo del año y el camino puede ser incluso más agitado”, avisa. Una de las causas, continúa Georgieva, hay que buscarla en la volatilidad de un mercado amenazado por las tensiones comerciales impulsadas por EEUU hacia sus antaño socios comerciales, como China, la Unión Europea o Turquía. América Latina puede verse afectada por esas batallas en lo que a su producción económica se refiere.